Su madre era eslovena y su padre un veneciano comerciante de sal y administrador de tierras en la costa de Istria. A Tartini, segundo de cuatro hermanos, su padre le destinó a la vida eclesiástica.
Tartini fue el mejor alumno de la Escuela de San Felipe Neri de Pirano y después, a la edad de doce años, ingreso en el Colegio de los Padres de las Escuelas Pías de Capodistria (hoy Koper) donde recibiría una formación musical básica.
Los estudios para el joven Tartini, siempre resultaron fáciles. Era un alumno destacado y eso fue lo que le permitió disponer de mucho tiempo libre, tiempo que le dedicaba a su gran pasión: la esgrima.
Su afición por esta disciplina prevaleció y se reforzó con el paso de los años y llego a considerar la opción de marcharse a París, con la intención de convertirse en un maestro de armas. Esto podría haber ocurrido de no ser porque Tartini conoció a una joven llamada Elisabetta Premazore.
Desafortunadamente, Elisabetta era la protegida del poderoso Cardenal Cornaro, quien acuso a Tartini de secuestro.
Amedrentado por la posibilidad de ser apresado, Tartini huye a Roma, ciudad en la que en principio se dedico a vagar pero, posteriormente, fue refugiado en el Convento de San Francisco, en Asís, protegido por su pariente el fraile Giovanni Battista Torre, quien lo escondió un par de años y lo ánimo a mejorar sus habilidades y reforzar sus conocimientos en el violín el cual, había dejado olvidado desde su época en el colegio.
Con el paso del tiempo, Tartini logro desarrollar su técnica hasta alcanzar un nivel muy avanzado y con esto, llego a ser considerado como uno de los mejores eruditos de su época, con respecto al violín.
Pero se dice que en algún momento de su vida, Tartini tuvo la oportunidad de escuchar al músico Francesco Maria Veracini y quedo muy impresionado, pero a su vez frustrado por la manera en que Veracini se desempeñaba en el violín. Con este hecho, Tartini descubrió su propia inferioridad técnica y fue tanta su frustración, que se encerró en un cuarto y práctico día y noche con el propósito obsesivo de perfeccionar su técnica.
Es a partir de aquí en donde Tartini se convierte en tema de polémica para su época y a decir verdad, todavía lo hace en la actualidad.
Para poder entrar en materia, es menester mencionar que en algunas ocasiones dentro del mundo de la música, hemos escuchado historias que dictan que algunos artistas realizan pactos con el demonio a cambio de poseer fama y fortuna dentro de la industria.
El caso de Tartini es antiguo, pero no deja de ser excepcional, no sólo por el hecho de que se cree que realizo un pacto con el Diablo para poder componer su obra maestra denominada, "El trino del diablo", sino porque de su puño y letra realizo un escrito que estoy seguro que dejara perplejo a más de uno, debido a que en él relata y describe de manera explícita su encuentro en persona con el mismísimo demonio.
El escrito es el siguiente:
